lunes, febrero 19, 2007

Preguntas y respuestas
















Sentir que llegas, no estás,
sentir que te quedas, no estás,
sentir que te siento, sabiéndote lejos.

Cordura menguante en mi ficción de realidad.

En la piel del vértigo de los sueños,
animales irracionales acosan, inmunes,
tras la tranquilidad de lo imposible.

Sálvame mientras te salvo,
de preguntas sin respuestas del áspero presente.
Sálvame mientras te salvo,
con la ignorancia propia de un futuro incierto.

Porqué quizás sea nuestra única esperanza.

Despedirme.
Reinventando tu presencia,
para mi colección de esperas de alfiler.

Artista de la frustración,
de la vulgaridad general.




PD: ...pero elígeme a mí, elígeme a mí...

jueves, febrero 08, 2007

Tiovivo

...es hora de recapitular, las hostias que me ha dado el mundo...

Escribir cuando todo anda mal es fácil, como mínimo es fluido y espontáneo. Todo lo que escribas durante este periodo es como un curso acelerado de autoayuda (si haces este curso con CEAC te regalan la guitarra, siempre la regalan, es una ventaja), con más o menos acierto todo lo que sientes (consciente o inconscientemente) surge casi sin buscarlo.

Seleccionar: modo espejo.
Escribes.
Te ves reflejado, no te reconoces por qué nunca estuviste ahí, luego se convierte en un fármaco necesario para ahuyentar a ciertas alimañas mentales.

Acabado el viaje en mi tiovivo particular de los ya lejanos últimos tiempos, veo con claridad como he llegado hasta aquí, es hora de agradecer muchas cosas y a mucha gente.

El modo espejo no se puede seleccionar cuando todo va bien, no sirve, para mi la felicidad es un estado abstracto y placentero que no puedo describir (o aún no se hacerlo).

Agradecer. Punto básico.

Pasen y vean.
Cuando empezó la feria, fue el primero en subirse al tiovivo conmigo, sacó una ficha infinita y ahí sigue, conmigo, recapitulando hostias, sin él no hubiese podido encajar ni una sola, hubiese sido un combate corto, por la vía de K.O. técnico.
Son muchos años los que ya llevábamos de feria en feria, siendo cómplices de cada una de las atracciones, con la sensación ingenua de que los problemas eran para los demás. Mal.

Montaña rusa.
Las cosas se complicaron, pero siguió ahí, como si nada, apoyando más de lo necesario y de lo esperado, gracias, aunque no sepa como agradecértelo.
En estos nuevos tiempos, por fin, volvemos a la ingenuidad de que los problemas son para los demás.

PD: Yo, ya no quiero ser presidente ni de un país pequeño.